“Aunque salvamos sus vidas cuando llegaron en avanzado estado de desnutrición, hay secuelas irreversibles que no les permitirán poder movilizarse, cazar correctamente o ser parte de un grupo de chichicos en vida libre. La lucha debe ser por acabar con el comercio y tráfico de fauna silvestre. Si no hay comprador, no hay vendedor”, dice uno de los cientos de posteos que realiza la fundación Proyecto Sacha al describir uno de los tantos casos de primates que llegan a sus instalaciones.
La fundación acoge y trata de rehabilitar a la mayoría de animales silvestres que son traficados y comercializados en Guayaquil y sus alrededores. Esta realidad se replica en otros centros a nivel nacional que no se dan abasto por los casos.
El propio Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE) comunica casos de decomisos. Esta semana denunció la muerte de un oso perezoso para comercializar su carne en Morona Santiago. Estos hechos demuestran que el tráfico de vida silvestre es un problema que las autoridades, a pesar de los esfuerzos, no han podido controlar.
De hecho, Ecuador continúa liderando el Reporte de noticias sobre tráfico de fauna silvestre en los países andinos amazónicos, realizado por la organización Wildlife Conservation Society (WCS).
De enero a junio del 2021, según el informe, Ecuador reportó 162 noticias sobre tráfico de estas especies de animales. Bolivia ocupa el segundo lugar con 68, seguida de Colombia con 65. El top cinco lo cierran Perú con 34 y Brasil con 22. Reptiles y osos perezosos fueron los animales mayormente decomisados.
En Ecuador, la región más problemática es la Amazonía, cuenta William Reyes, teniente coronel que lidera la Unidad Nacional de Policía de Protección del Medioambiente. “Hemos aumentado los patrullajes en el Oriente, ya que es el lugar desde donde se extraen las especies silvestres. Además, hacemos operativos en puertos, aeropuertos, carreteras y sectores fronterizos porque (los traficantes) buscan sacar a estos animales del país”, indica.
A nivel nacional existen 234 policías de ambiente que combaten este delito. Al ser consultado si este número es suficiente, Reyes es tajante: “Nunca va a existir el riesgo cero, es decir, no podremos acabar con el tráfico, ya que incluso este delito es la base de subsistencia de familias. Lo que podemos es reducir y minimizar el tráfico. Luego del tráfico de drogas, personas y armas está el de animales, debido al volumen de dinero que se maneja y los criminales buscarán un millón de formas para seguir con el delito, así tengamos 500 policías”.
Una de estas formas, detectada por los policías, es que los traficantes pegan a sus cuerpos los animales con cinta para poder evadir los controles, afirma Reyes. Es por eso que los gendarmes reciben capacitaciones para actualizar conocimientos legales y de procedimiento.
Especialistas de la WCS Ecuador ayudan con estas capacitaciones. A finales de julio empezó una jornada de talleres que duró cinco semanas. Se establecieron cinco grupos de capacitación cada uno con 28 agentes de la Policía Ambiental y 5 capacitadores.
Se analizó información y recursos en temáticas claves como normativa legal ambiental y penal, análisis de casos, procedimientos policiales ambientales, elaboración y redacción de documentos claves (partes, informes y reportes estadísticos de operativos realizados), convenios internacionales para la conservación de la vida silvestre y en concordancia con la normativa nacional, y procesos interinstitucionales para el control e inspección en operativos.
En las sesiones de formación participaron profesionales de distintas ramas e instituciones como la Dirección Nacional de Biodiversidad y la Dirección de Patrocinio Judicial del MAATE, expertos jurídicos y de criminalística de la Policía Nacional, entre otros.
Fuente: El Universo